4 salinas más bellas del mundo

La historia de las salinas se remonta a la historia de la humanidad. La sal es un bien milenario, hasta hace un siglo fundamental para la conservación de los alimentos, tan preciado e importante que en la antigüedad era la compensación por el trabajo realizado, el “salario” para ser exactos.

En Italia están a un paso del mar, en los continentes son auténticos desiertos, lugares de fascinación y desolación porque su naturaleza es tan bella como acerada: sal, tierra y agua que reflejan la luz del sol y las formas de las nubes. Es precisamente esta combinación de elementos lo que convierte a las salinas en destinos codiciados por los fotógrafos que intentan captar su belleza.

He aquí los salares más bellos del mundo.

Salar de Uyuni, la mayor mina de sal del planeta

América Latina ostenta el récord absoluto: Bolivia, Argentina y Chile albergan los salares más grandes del mundo.

El boliviano Salar de Uyuni es el mayor del planeta: 10.582 km2 a 3.656 metros sobre el nivel del mar. Un lugar que cautiva la imaginación: uno se siente transportado a un mundo paralelo cuando llega a esta interminable llanura salina, formada por la desecación de un lago prehistórico. Aparentemente una interminable extensión de tierra blanca que brilla bajo el cielo boliviano, el Salar de Uyuni se encuentra al sureste del Estado, casi en la frontera con Chile.

Tierra de antiguas leyendas, una de las más conocidas es la de Tunupa, una mujer cuya hija fue secuestrada y sus lágrimas formaron un salar. Otro relato está vinculado a los incas, según el cual se dice que en el interior del desierto de sal existen los Ojos del Salar, pozas invisibles a los ojos por el reflejo, donde se precipitaron numerosas caravanas.

Las leyendas nacen siempre con un toque de realismo: el enorme salar debe admirarse con gafas de sol bajo el sol del mediodía, precisamente por el insoportable resplandor de la luz. Es un espectáculo que se transforma a lo largo del año: durante los periodos de lluvia, la extensión de sal, debido a la escasa permeabilidad del suelo, se convierte en una lámina de agua que refleja el cielo, hasta el punto de que se le llama el “lago plateado”. El efecto óptico es impresionante y cielo y tierra parecen fundirse en el horizonte, creando un mundo de ensueño, el paraíso de los fotógrafos.

La perla argentina Salinas Grandes y la sal chilena de Atacama

Las Salinas Grandes son el segundo salar más grande del planeta, situado en el noreste de Argentina, entre las localidades de Purmamarca y San Antonio de los Cobres, en la provincia de Jujuy. 6.000 km2 de bellos y deslumbrantes paisajes áridos, al pie de las Sierras de Córdoba, a 3.500 metros sobre el nivel del mar.

La mejor época para admirar este lugar de ensueño es de febrero a marzo, cuando el blanco de la sal se une al azul del cielo. La blancura no es una constante, sobre todo en el periodo de noviembre a diciembre, cuando la superficie se cubre de una fina capa marrón de tierra arrastrada por los vientos andinos.

El tercer salar más grande del mundo es el Salar de Atacama, situado en el desierto del mismo nombre, en Chile. Con una superficie de 3.000 km2 y una altitud de unos 2.300 metros sobre el nivel del mar, aquí también es fácil perderse buscando la Laguna Cejarè, un lago en medio del Salar, un punto de referencia que hace aún más pintoresco este rincón del desierto chileno. Paisaje pero también experiencias surrealistas para quienes se sumergen en sus aguas: la concentración de sal es tan alta que es posible flotar.

Los salares de Norteamérica, donde el diablo juega al golf y los coches pasan zumbando

Incluso en Estados Unidos, no faltan salinas populares entre fotógrafos y otros aficionados. La más grande se encuentra en California, en el Parque Nacional del Valle de la Muerte, y tiene un nombre difícil de olvidar: “Campo de golf del diablo”, tomado de una guía del “National Park Service” de 1934. Aquí, hace miles de años, había un lago, y hoy sólo queda un terreno escarpado poblado de esculturas de sal, donde ‘Sólo el diablo podría jugar al golf.

Igualmente espectaculares son las salinas de Bonneville, no lejos de Salt Lake City. Un desierto de sal, lugar de fascinación y silencio, pero también de la adrenalina del rugir de los motores: en sus orillas se celebra la famosa carrera de coches “Bonneville Speedway”, que tiene lugar aquí desde 1914. Asistir a ella es asistir a un espectáculo emocionante en un lugar excepcional.

Salinas africanas, del desierto a la sabana

Los salares del continente primigenio son igualmente bellos e impresionantes. Entre los más populares entre los fotógrafos de naturaleza se encuentra Etosha, uno de los destinos más impresionantes de Namibia. 4.800 km2 de tierra blanca, el lecho de un antiguo lago en el norte del país.

Paisajes encantadores, entre los más llamativos del Parque Nacional de Etosha, uno de los mayores parques naturales de Namibia. Tampoco hay que perderse los destellos del Makgadikgadi Pan, situado en el corazón de la árida sabana botwanesa.

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